Vistas de página en total

domingo, 8 de julio de 2018

cuento para niños

Había una vez, hace ya un tiempo una ciudad llamada Datrebil. Estaba construida al puro estilo romano y sus calles eran empedradas con casas bajas y de piedra caliza, las puertas eran cortinas de colores diferentes y por allí pasaba un río llamado Aznarepse en honor a Grisis que descubrió ese lugar, construyó la primera capilla y con ayuda de su familia y de su pareja montaron la ciudad.
Aquí vivían muchas personas diferentes con algo en común que todos podían comunicarse sin necesidad de hablar, solamente con la mirada ya sabían lo que la oimportante.En ese momena necesitaba. Un  día vino a Datrebil una muchacha joven de pelo castaño y largo, con pantalones y camiseta de tirantes blanca que investigaba una nueva forma de comunicarse y mientras paseaba por el río se tropezó con Arane, y su perro, nuestra protagonista se quedó muda mientras Arane la miraba con ojos azules penetrantes y sonriendo; después de unos segundo la muchacha se disculpó y le dijo que no era de allí, Arane la invitó a pasear con un gesto y  la llevó a su casa. Allí le enseñó un libro que hablaba de la historia de su ciudad y le sirvió un café con dulces en forma de rosquillas echos con aceite de coco y miel de almendro, se sentó a su lado, le puso una mano en el corazón y la otra mano la colocó en su corazón y le dijo: "todos tenemos un corazón, y para que no sufra, tenemos que escucharle y sentir sus latidos, cada corazón es diferente igual que cada persona, llévate el libro y léelo con el corazón, luego me lo traes y así comprenderás todo." Arane la acompañó a la puerta y sin bajar la vista ni un momento de sus ojos le acarició el pelo y le dijo que se verían pronto. Al día siguiente mientras paseaba por la orilla del Aznarepse, vió como un perro estaba ayudando a un pájaro que se había caído de su nido y pensó que las setas que cenó anoche no le tenían que haber sentado bien o que seguía soñando ya que era increíble, a medida que se va acercando al perro y se frota los ojos se da cuenta que es el perro de Arane y que está solo entonces lo acaricia y le guía hasta la casa de Arane, pero decide no entrar y se va de nuevo a su residencia temporal pensando en lo que acababa de suceder y lo increíble que parecía todo, era casi como ver una película de dibujos animados. Cuando llegó a su residencia, se puso a leer el libro hasta que se quedó muy dormida y decidió que como se le había pasado la hora de cenar, cenaría por la ciudad, pero sin darse cuenta estaba otra vez enfrente de casa de Arane, está salió y se acercó hasta donde estaba, la miró sonriendo como siempre y la invitó a tomar algo a su casa diciéndole que  ya todo estaba cerrado y no iba a quedarse sin cenar, pero nuestra protagonista pensó que como sabía todo eso si ella no le había dicho nada, ¿acaso era una espía o algo del estilo? Arane viendo la cara de sorpresa de ella, le dijo que lo había visto en su mirada y que además le sonaban las tripas y la llevó a su casa, le preparó una sopa caliente con agua de sauce que estaba de vicio y le dijo que se quedara a dormir que no molestaría a nadie allí insistiendo en que ya era noche cerrada y así la hacía compañia, nuestra protagonista aceptó y Arane le preparó el sofá.  A la mañana siguiente se despertó con una sensación de plenitud nunca antes conocida y cuando fue a la cocina vio que Arane le había preparado el desayuno y aunque ella pensaba que tanta amabilidad no iba a llegar a buen puerto, aceptó el desayuno y se marchó a su residencia. Pasó unos días sin saber nada de Arane y como tenía que devolverla el libro, puso rumbo a su casa pero cuando llegó, no había nadie y en la tela había cosido un mensaje que decía: Si me buscas no me vas a encontrar pero si me crees perdida, estaré justo delante de ti. Terminado de leer el mensaje, decidió entrar, dejar el libro en la mesita del salón y salir a buscarla pero nadie sabía nada, era como si nunca hubiera existido y sin esperanza alguna se fue a sentarse a la orilla del Aznarepse, sacó de su bolsillo un tiquet de tren, se iba mañana y no iba a poder agradecerle nada y comenzó a sentirse triste como si le faltara algo muy importante. En ese momento, se le cayó una lágrima, se tumbó con la cabeza hacia arriba y un pajarillo se le posó en la nariz, ella gritó y el pajarillo se fue asustado, se levantó y cuando estaba a punto de irse se giró para ver el río de nuevo y allí estaba Arane mirandola con ojos penetrantes, se acercó a ella y le dijo: "gracias" y acto seguido le dio un beso que sintió como un acto de valentía y amor hacia una persona increíble, luego rompió el billete de tren y se fueron las dos a la casa de Arane y vivieron felices y tranquilas hasta que murieron juntas cogidas de la cama a la edad de 93 y 96 años 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te gustó, házmelo saber y comenta.